Querer ayudar a los demás, sobre todo a aquellos por los que sentimos genuino afecto, es una respuesta natural de nuestra humanidad. Pero, como pasa a menudo con las relaciones interpersonales, la línea que separa las conductas que nos funcionan de las que nos hacen daño es tan delgada que podemos cruzarla sin que siquiera lo notemos. En el caso del altruismo y la empatía, se pueden volver en nuestra contra cuando ese deseo por ayudar proviene de lugares en los que no consideramos nuestro valor personal o cuando actuamos impulsados por la necesidad de sentirnos superiores. Pero esto lo exploraremos más a fondo en unos minutos.
Antes de seguir, quiero que sepas que es común que nos relacionemos desde espacios que no nos hacen bien. Muchos de estos comportamientos y patrones de pensamiento fueron aprendidos cuando aún no teníamos capacidad ni conocimiento suficiente para discernir. Si estás aquí, es porque la versión que eres hoy ya es más consciente de sí misma y seguro podrá aprovechar mejor la información que encontrará.
De cualquier manera, recuerda que estos artículos son de carácter informativo pero no sustituyen un diagnóstico clínico que pueda hacer un profesional para tu caso particular. Si lo que lees aquí resonó contigo, puedes usarlo de guía para tus procesos de introspección, para cuestionarte, explorarte y, si está en tus posibilidades, trasladarlo a tu proceso terapéutico.
Entonces...
¿Por qué siempre termino asumiendo los problemas de los demás?
Las razones por las que podemos tender a asumir problemas de los demás como propios, son variadas y dependerán de una serie de factores para cada quien. Sin embargo, hay ciertas generalidades de las que podemos valernos para comprender mejor este tipo de comportamientos. Por ejemplo:
La hiper empatía:
Ya hemos hablado de la empatía en anteriores ocasiones. La mayoría de las veces como una cualidad deseable para el bienestar emocional y desarrollo personal. Entonces, ¿por qué ahora hablamos de ella como un potencial motivo de sufrimiento? Bien, seguro que conoces el dicho "todo en exceso es malo", que -como todos los dichos- esconde tras él una verdad universal. El exceso de empatía puede llevarnos a la difícil situación de olvidar nuestras propias necesidades por entender y atender la de los demás.
Las personas hiper empáticas no solo comprenden los sufrimientos del otro sino que los padecen como si ellos mismos fueran los que están envueltos en el contexto o circunstancias del afectado original. Suelen tener, además, problemas a la hora de establecer y mantener sus límites emocionales, agotamiento social, respuestas emocionales desproporcionadas o drásticos cambios de humor producto de la cantidad e intensidad de emociones que absorben y que no saben cómo regular.
¿Qué hacer?
No saber poner distancia emocional de las experiencias ajenas es una tendencia que puede acarrear mucho sufrimiento. La mejor manera de gestionar estos comportamientos es con acompañamiento profesional. Si en este momento no está en tu posibilidad comenzar o continuar un tratamiento terapéutico, te dejo algunas estrategias que pueden ayudarte en este camino de auto exploración y crecimiento.
En ocasiones, el exceso de empatía y la necesidad de resolver los problemas externos proviene del miedo a no ser aceptados por lo que somos, así que nos empeñamos en asumir papeles de salvadores para -muchas veces de manera inconsciente- generar una deuda emocional en el otro. Es decir: cuanto más le ayude, más necesitará esta persona de mí y menos probable será que se aleje. Pero este razonamiento está muy lejos de la realidad. Lo que puede pasar en estos casos es que se creen casos de dependencia emocional, que igualmente acarrean sufrimiento para quienes les experimentan.
Una buena estrategia para comenzar a priorizar tus propias necesidades y dejar de depositar todo tu valor en los favores o ayuda que brindas a los demás, es reforzar los pilares de auto autoestima y por ende, tu relación contigo mismo. Este es un trabajo que requiere de gran esfuerzo y dedicación pero que es posible y vale la pena intentar. Para ello, puedes apoyarte en nuestra Guía de Amor Propio, que está diseñada precisamente para que a través de una serie de ejercicios teórico prácticos, consigas una relación más estrecha y amorosa contigo.
El Ego
En psicología, el concepto del ego es -cuando menos- complicado. Y si bien en este artículo no nos enfocaremos en su definición e interpretaciones, es importante nombrarlo pues puede tener un papel importante en nuestra necesidad de ayudar a los demás.
El ego se trata de una especie de pizarra que llenamos con las cosas que creemos de nosotros mismos. Nos ayuda a tener una opinión de quienes somos y qué cosas nos diferencian de los demás. Para efectos del tema de hoy (¿por qué asumo siempre los problemas de los demás como míos?) hay una idea de "necesitar ser necesitados" que está muy ligada al ego. Osho lo expresó como “Cuando alguien te necesita te da un significado, te sientes importante, y crees que lo haces para ayudar al necesitado. Pero te equivocas, pues lo haces simplemente para glorificar tu ego” A ver, que no tenemos por qué tomar esto como una verdad absoluta. Hay ocasiones en las que ayudar nos nace. Pero cuando sientes la necesidad de asumir como tuyos problemas externos, puede que haya un deseo de sentirte salvador. O, también, de creer que tus decisiones y soluciones son las más acertadas, incluso para situaciones que no te afectan directamente, lo que te lleva a querer que los demás validen constantemente que eres tú quién tiene razón.
¿Qué hacer?
Este tipo de patrones de conducta puede asociarse con la evitación de los propios problemas. A veces es más sencillo mirar fuera que explorar dentro. Pero a largo plazo, ignorar las causas de tu sufrimiento puede resultar perjudicial. Es importante que antes de intentar ser el salvador de quienes te rodean, guardes energía para explorar y resolver los conflictos propios. Ten en cuenta además, que cada quién tiene un sistema de respuesta diferente que está basado en sus creencias, patrones de pensamientos, entorno... y es su derecho tomar las decisiones que crean pertinentes para sus propios contextos, y en caso de que estas decisiones les lleven a caminos de dolor o diferentes a lo que buscaban inicialmente, es su derecho también equivocarse. Al intentar solventar los problemas de los demás le estás quitando la valiosa oportunidad de aprender de sus propias experiencias vitales.
Y sí, sé que intentar proteger a quienes queremos es casi instintivo. Pero la experiencia es necesaria para la evolución de cada quien. Tal como acabamos de mencionar, cada quien tiene contexto diferentes y es probable que le funcionen soluciones diferentes a las que tú podrías proporcionarle. Si alguien te lo pide, puedes dar tu punto de vista a manera de ayudarle a ampliar su perspectiva pero al final, cada quien debe hacerse responsable por su camino.
¿Qué hacer en su lugar?
Presta apoyo, no consejos.
Cuando alguien acude a ti para contarte un problema o una situación que les causa dificultad, casi siempre están buscando alguien que les escuche más que alguien que les diga qué hacer. A menos que esta sea la solicitud explícita, trata de detener el hilo de tus pensamientos intentando hallar formas de solucionar lo que le afecta y presta atención a las emociones del otro. Haz preguntas. Demuestra Interés. Valida lo que están experimentando. Presta apoyo con frases como "estoy aquí para ti", "te acompaño", "no está solx" y sí tú deseo de ayudar prevalece, pregúntale "¿qué puedo hacer para ayudarte?", permítele al otro decidir de qué maneras puedes estar allí.
Acepta a los demás por lo que son.
La mayor demostración de amor que puedes tener con alguien es aceptarlo, tal como es. Esto no significa que debas tolerar conductas irrespetuosas o que no haya aspectos que se puedan trabajar pero tratar de cambiar a alguien -así tengas buenas intenciones- es una forma de lastimarle. Recuerda que todos estamos haciendo lo mejor que podemos y que si hay aspectos de otro que te resulten demasiado incómodos o afecten tu día a día, lo mejor es alejarte.
Explora con curiosidad tu manera de responder.
Cuando te encuentres en una situación en la que te sientas tentado a tomar como tuyos problemas ajenos, pregúntate, sin juzgarte, ¿por qué siento la necesidad de resolver esto? Quizá tengas miedo de dejar de ser amado si no lo haces, tal vez necesites demostrar que eres capaz, en estos casos podrías intentar trabajar en reforzar tu auto concepto, o quizá genuinamente quieres ayudar a alguien que se encuentra en un aprieto, entonces es conveniente que antes de ofrecer ayudar o tomar acciones establezcas tus límites emocionales. Si, por otro lado, se trata de que el otro hace queja constantes sobre su problema y estás, de alguna manera, cansado de escucharle, podrías intentar trabajar en regular tus propias emociones de frustración o molestia antes de intentar tomar el control de toda la situación. Recuerda que no eres ni tus pensamientos ni tus emociones, sino quien las siente y piensa. Esto te da la oportunidad de ser observador de lo que pasa por tu cuerpo y mente y decidir de manera tanto más objetiva cómo responder de maneras que funcionen mejor para ti (aunque esta es una tarea que requiere de bastante práctica, pero un paso a la vez)
1 comentario
Que bueno leer esto. Justo en el momento que lo necesitaba. Abrazos, gracias por escribir este tipo de contenido.
Yessika Sequera