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¿Cómo saber si me estoy haciendo gaslighting?

Mariale Sánchez

El gaslighting es un tipo de abuso emocional que comenzó a ser visibilizado en comunidades preocupadas por la salud mental hace algunos años en el que, de manera general, el abusador se encarga de debilitar o invalidar la percepción de la realidad del abusado. Es un acto de manipulación en el que se fuerza a la víctima a cuestionar sus recuerdos, comportamientos, la manera en que ocurrieron ciertos hechos e incluso la percepción que esta tuvo de ellos. 

El término gaslighting, de hecho, proviene de una película de 1938 llamada Gas Light, en la que el protagonista bajaba un poco más las luces de gas cada noche para desorientar a su esposa. Luego, cuando esta comentaba acerca del fenómeno, él negaba haber notado algo, asegurando más bien que todo estaba sucediendo en la cabeza de la mujer. Es decir: el esposo se encargó de manipular el sentido de la realidad de su cónyuge para hacerle creer que había algo mal con ella. ¿Ya comprendes mejor cómo funciona?

Quizá lo más peligroso de este tipo de abuso es que no es directo. No hay maltrato físico o verbal explícito sino que el daño ocurre tras bastidores. Se crea una espesa niebla de confusión que termina envolviendo el juicio, el autoestima y la propia salud mental de la víctima. 

Y aunque este tema pica y se extiende, hoy quiero enfocarme en un punto muy particular: el gaslighting a ti mismo. ¿Es posible ser abusivo contigo? La respuesta es sí. El gaslighting, así como otros comportamientos auto destructivos se da casi siempre de manera inconsciente y como respuesta a un trauma emocional. 

Antes de aprender a identificar si alguna vez te has hecho gaslighting a ti mismo, es importante que recuerdes que nuestras maneras de responder ante ciertos estímulos externos son mecanismos de defensa que desarrollamos en alguna etapa temprana como método para sobrevivir en el entorno en el que nos desenvolvíamos. No tuvimos que haber crecido en ambientes de extrema violencia para haber sido heridos emocionalmente. Factores aparentemente sencillos como haber tenido necesidades que no fueron atendidas por nuestros cuidadores primarios pudieron condicionarnos a pensar que, para pertenecer -y por ende sobrevivir- debíamos actuar de cierta manera, tener cierto patrón de pensamientos, convertirnos en algo diferente a lo que éramos... 

Cada quien tiene su historia. Cambiar comportamientos auto destructivos o no funcionales es una tarea que toma tiempo y dedicación y en la que seguramente habrá muchas altas y bajas. Antes de emprender cualquier proceso emocional, recuerda ser paciente y compasivo contigo mismo. 

¿Me estoy haciendo gaslighting? Algunas señales

  1. "Probablemente estoy haciendo un big deal" : ¿alguna vez alguien ha dicho/ hecho algo que resultó doloroso para ti pero te convenciste de que estabas "exagerando" al sentirte herido? Quizá no era para tanto, tal vez eres demasiado sensible, ¿no? No. 
    A través de estas afirmaciones lo que haces es invalidar tus emociones, manipulas la situación de manera que terminas por ignorar por completo cómo esta te hizo sentir. 
    Cualquier respuesta emocional es válida y aunque podemos aprender mejores maneras de atravesar una emoción, no significa que debamos dejar de sentirla. 
    No estás exagerando. No estás haciendo un big deal. Mientras una experiencia te esté afectando, importa. 
  2. Te culpas por los comportamientos de los demás: si alguien te agrede, violenta o maltrata de cualquier manera o a cualquier escala, no es tu culpa. Justificar a quien ha tenido un comportamiento dañino contigo es una manera de violentarte. Si bien las acciones de los demás no están bajo tu control, puedes decidir defenderte y protegerte de la manera que más convenga: respondiendo, alejándote, pidiendo ayuda... que alguien te violente no es tu culpa.
  3. No confías en tu propio juicio: estás constantemente cuestionando tus acciones, tus pensamientos y tus emociones. Analizas tanto tus decisiones que terminas por paralizarte y no tomar acción, o te encuentras en un espiral de "no debería sentirme así", "debería ser más/menos", "debí haber dicho/hecho...". Lo dañino de estos pensamientos es que socavan la confianza en ti mismo, envolviendo todos los pasos que des en duda y mortificación. Aprender a escuchar y seguir nuestra intuición es una tarea que toma tiempo pero que vale la pena intentar. Los errores son parte natural del camino pero al confiar en ti te das permiso de intentarlo y saber que si no sale cómo esperabas no será el fin del mundo, podrás continuar. Dentro de ti siempre están las respuestas correctas solo que muchas de ellas se han cubierto de tantas capas de miedos o inseguridades que resulta difícil verlas. Trabajar y nutrir tu relación contigo mismo te permitirá, poco a poco, ir despejando la vista. 

¿Cómo dejar de hacerlo?

Mejorar comportamientos auto destructivos es una tarea fundamental a la hora de conseguir un mayor bienestar. El gaslighting puede nublar tu juicio, afectar las decisiones que tomas e influir en las demás relaciones que construyas. Empezar a sanar requiere de mucha compasión y paciencia, pero es posible. Se trata de reconstruir poco a poco la confianza en ti mismo, desaprender aquello que creías de ti y sustituirlo con nuevas verdades más amorosas, compasivas y positivas. Si hacer este trabajo por ti mismo resulta demasiado complicado, el acompañamiento de un profesional siempre será la mejor opción. Si no está en tus posibilidades o quieres complementar tu proceso terapéutico, te recomiendo "Me Tengo a Mí: Guía de Amor Propio". Una recopilación de poderosos ejercicios psicológicos que te ayudarán a mejorar la percepción que tienes de ti mismo y fortalecer el amor que sientes por ti. Puedes encontrarlo aquí 


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