"Hasta que lo inconsciente no se haga consciente, el subconsciente seguirá dirigiendo tu vida y tú le llamarás destino" Carl Jung
A medida que vamos creciendo y vamos recolectando más y más experiencias de vida y sobre todo, a medida que nos vamos haciendo más conscientes de nosotros mismos, puede pasar que notemos ciertos patrones en la manera en que actuamos, pensamos o en las decisiones que tomamos.
Un patrón de conducta es una especie de guía de la que nos valemos para tomar decisiones y que repetimos en diferentes situaciones. Cuando iniciamos procesos terapéuticos, eventualmente nos damos cuenta que estas muletillas del comportamiento fueron aprendidas mucho antes de lo que imaginábamos y sin que haya sido un acto voluntario.
Los patrones nos brindan una -a veces- falsa sensación de control. Si siempre actuamos de determinada manera, podemos predecir el resultado (aunque este resultado nos lastime o nos impida alcanzar ciertos objetivos) y nuestra mente no tiene que angustiarse pensando cómo manejar o adaptarse a una situación que es nueva para ella.
Estos comportamientos repetitivos pueden presentarse en diferentes áreas de nuestras vidas, pero hay una en particular que aparece con frecuencia como motivo de consulta: las relaciones de pareja.
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Tienes una baja autoestima: hay quienes deciden fijarse en personas que no están emocionalmente disponibles porque tienen la idea de que si esa persona cambia de opinión y decide comprometerse con ellos o amarles, será una prueba de que sí eran valiosos y merecedores de amor. Así que se entregan a la tarea de intentar cambiar a otro (algo que está completamente fuera de su control) solo para al final no lograr el cometido y reforzar la creencia de que, de hecho, no eran lo suficientemente buenos para que estas personas (que ya habían demostrado no estar disponibles) los eligieran.
Este comportamiento de dejar que el valor propio dependa de los demás, es una señal de que necesitamos reforzar nuestra autoestima.
Y sé que suena duro de leer. Sobre todo en esta época en que se habla tanto sobre salud mental y desarrollo personal, reconocer que aún lidias con tu autoestima puede ser frustrante. Por ello es importante que recuerdes dos cosas: la primera es que las razones por las que te cuesta confiar en ti o tener una mejor auto percepción pueden ser profundas y tener mucho tiempo contigo, tanto que quizá las sientas como propias y por eso te haya costado tanto trabajo modificarlas. Nadie decide simplemente tener una baja autoestima, sino que el entorno en el que creciste o te desenvolviste te llevó a creer que no eras lo suficientemente valioso. Habiendo dicho esto, la segunda cosa que quiero que tengas en mente si este apartado resonó contigo es que tienes el poder y la capacidad para reforzar tu autoestima. Estas creencias que te hacen verte como alguien no tan bueno, no tan capaz, no tan seguro, pueden transformarse a través del trabajo consciente.
En Psiconfort tenemos diferentes herramientas para ayudarte con esta tarea. La primera es la asistencia psicológica. Iniciar un proceso terapéutico con profesionales de la salud mental puede ayudarte a identificar, aceptar, y eventualmente replantear las cosas que crees de ti mismo y que puede que estén influyendo en tus elecciones de pareja. Si la terapia no es una posibilidad para ti en este momento o quieres de alguna manera complementarla, tenemos Me Tengo a Mí: guía de amor propio. Este recurso está conformado por una serie de ejercicios prácticos (los mismos que utilizo con mis pacientes) que han sido diseñados para reforzar los pilares de la autoestima.
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Es lo que conoces: si creciste en un ambiente donde tus cuidadores primarios no estaban emocionalmente disponibles para ti (no te hicieron sentir visto, no pudieron atender tus necesidades emocionales...), es posible que en la adultez -de manera inconsciente- te fijes en parejas con las que puedas recrear este escenario con la intención de -esta vez- tener un mayor control de la situación. Esta puede ser una manera en la que tu mente intenta sanar heridas emocionales tempranas. Sin embargo, aunque en la adultez ya seamos capaces de controlar y hacernos responsables de muchas más cosas que cuando éramos niños, aún no es posible manejar la voluntad de los demás. Es por esto que esta estrategia puede traer más angustia y frustración que alivio.
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Tú no estás emocionalmente disponible: está la posibilidad de que tú mismo no estés emocionalmente disponible y por eso te fijes en parejas que no van exponerte a cambiar. Las razones por las que pudieras no estar disponible son varias y convendría mejor hacer un artículo solo de este tema, pero puede pasar que le temas al compromiso, que en esta etapa vital no tengas energía para construir un vínculo de pareja o que te asuste la idea de abrirte emocionalmente con alguien que te guste. No estar emocionalmente disponible no es necesariamente algo malo. Lo importante es que puedas identificar qué quieres en esta etapa vital y tomar decisiones que vayan orientadas a ello.
¿Cómo cambiar esta dinámica?
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Identifica el patrón: ¿cómo son las personas que tienden a gustarte?, ¿qué características tienen en común? Identificar estos rasgos de la personalidad puede ayudarte a estar más atento la próxima vez que alguna de esta señales aparezca.
- Trabaja en tu autoestima: como mencioné hace un rato, tu valor no está condicionado ni depende de las opiniones, gustos, preferencias o procesos de los demás. Nadie se merece tener el poder de decidir cuán valioso eres. Aunque la sociedad te haya hecho creer que sí. Una autoestima alta y saludable te ayudará a alejarte de las situaciones que sean perjudiciales para ti.
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No alimentes la fantasía: si bien es cierto que la atracción que sentimos por otra persona es casi siempre repentina e involuntaria, sí tenemos control sobre los pasos que damos después. Si hemos encontrado que nos sentimos atraídos por una persona que da señales de no estar emocionalmente disponible, lo mejor que puedes hacer para cuidarte es no alimentar la idea de que esa es tu persona. Tratar de ver al otro por lo que es en realidad y por lo que te está ofreciendo, y no enamorarte de lo que podría ser una vez que haya cambiado.
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Si está en tus posibilidades, ve a terapia: un profesional de la salud mental tiene las herramientas precisas para tus necesidades. Siempre que esté a tu alcance, la mejor recomendación es que lleves a cabo estos procesos acompañado de un especialista.